Repercusiones de la fuga de Kemper

La semana pasada el gurú de la parafilia, Franklin Kemper, ingresó al Hospital Presbiteriano de Paramaribo, donde se le diagnosticó una anemia leve. Tras unos días de tratamiento durante los cuales se conocieron episodios de vergonzosa obscenidad y sabiendo que su permanencia allí constituía una afrenta a la moral de la institución, Kemper huyó junto a una empleada del nosocomio. Aunque el paradero de ambos es todavía desconocido, la policía gubernamental de Surinam pudo seguirles la huella reconstruyendo paso a paso los vaivenes del escape.

El primer resultado de la pesquisa fue saber que el gurú de la parafilia había salido del país abordando alguno de los tantos cruceros que zarpan de Paramaribo a diario. Esta información fue luego complementada con nuevos datos. Por ejemplo que, en el camino al puerto, Kemper tuvo la suerte del misofílico y le arrebató los harapos a Giorgio Viola, un linyera italiano sin oficio ni beneficio. Mientras se mudaba de ropa en medio de la calle, asistido por la enfermera, no pudo reprimir sus gritos de placer, según contó una testigo ocular. Más tarde, los fugitivos almorzaron tranquilamente en un carrito de la costanera.

Las andanzas de Kemper, a plena luz del día y ufanándose de sus patologías, indignaron a quienes aún protestaban frente a la puerta del hospital. Su furia quedó impresa en la fachada del edificio. Como vemos, sacarse de encima al polémico y alborotador paciente no le reportó ningún provecho al doctor Hermes Mentalino. Al contrario. El hospital que dirige con mano de hierro quedó envuelto en una red de acusaciones cruzadas y fuentes cercanas rumorearon que las autoridades sanitarias de Paramaribo intervendrían el consejo de administración, desplazándolo, con el pretexto de evitar mayores perjuicios a los internos. El Obispo de la Iglesia Presbiteriana, asustado ante ese escenario humillante, optó por abrir el paraguas: denunció un complot de los metodistas para inmiscuirse y apropiarse de las instituciones no alineadas con el gobierno, lo que, aclaró, constituiría un acto de beligerancia que no podría quedar impune.

Servio Sulpicio Galba tomó nota del estado de cosas, pues públicamente ofreció servir como conciliador gracias a su cargo de representante de las Naciones Unidas. La cadena de sobreactuaciones parecería no tener fin porque, si bien hubo reportes de enfrentamientos entre la guardia pretoriana de Mentalino y las lanzas del metodismo en los callejones traseros del Hospital Presbiteriano, se trataría de un episodio aislado producto del clima enrarecido de Surinam. Nada indica que la animosidad entre ambos bandos vaya a prolongarse por más tiempo.

El hecho más serio de todo este entuerto no se verificó debido a la vieja disputa religiosa de Surinam, sino a causa del mal desempeño de un o una funcionarix de migraciones con asiento en el puerto de la capital. Esta persona, cuyo género no será revelado para no incurrir en el delito de misoginia, fue quien selló el pasaporte de Franklin Kemper autorizando su salida del país. Wildrefonso de Jacques, insigne cazador y desenmascarador de gurúes, amenazó con represalias internacionales si el error monstruoso de la oficina migratoria no era reparado satisfactoriamente. Desde su cuenta de Twitter, arengó a los sanos ciudadanos de Paramaribo: “Que rueden las cabezas que tengan que rodar”. Temerosos ante el humor social y sus consecuencias, sectores del gobierno metodista de Suriman estudian alternativas para llevar a cabo la captura y escarnio del prófugo Franklin Kemper.

Deja un comentario